foto: Clarin
Por Alfredo Merlo
Los alumnos de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini decidieron levantar la toma el viernes pasado. Satisfechos con la renuncia del rector Carlos Fornasari, dieron fin a un capítulo de una historia que comenzó en marzo y que, más allá de este alto, aún parece no estar del todo resuelta.
"No queremos manejar el colegio". Con esta sentencia Ana Minujin, presidente del Centro de Estudiantes del Pellegrini, finalizaba el comunicado con el que oficializó ante los medios de comunicación la primera toma del año por parte de los alumnos de esa institución. Fue sobre finales de marzo y aunque la adolescente subrayó la aclaración expuesta al principio de este párrafo, dejó en claro el reclamo de todo el cuerpo estudiantil: "Pretendemos que haya un concurso de carrera docente; que los maestros que ingresen tengan un perfil acorde a la comunidad educativa". Así, los alumnos decidieron la toma por unanimidad sin clases y apuntaron contra el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires, del que depende el colegio, para que suprimiera lo que ellos entendían como un sistema de designación "a dedo" de los profesores.
Doce días duró aquella primera toma. El 11 de abril la situación se descomprimió: los estudiantes decidieron pasar a un cuarto intermedio y los docentes volvieron a dar clases. Todo continuaba por sus cauces normales pero con la promesa de las autoridades de futuros cambios que, o no llegaron nunca o no convencieron a los estudiantes. Es que el 4 de mayo otra vez mostraron sus divergencias, bloquearon la puerta de ingreso y le prohibieron la entrada al vicerrector Raúl Juárez Roca. "El colegio no puede funcionar sin autoridad", concluyó Juárez Roca y dio inicio a otra toma que aunque breve atizó aun más el cortocircuito dirigente-estudiante. Como ante cada urgencia, intervino la UBA para refrigerar la situación, pero a esa altura y después de tantas demostraciones de disconformidad ambos sectores se preparaban para una solución drástica que llegó el 19 de este mes con la renuncia del rector, que estaba de licencia, Carlos Fornasari.
La salida del rector apaciguó los ánimos pero sumó otro interés a la disputa. Es que CTERA, el gremio que nuclea a la gran mayoría de docentes del colegio, le exigió al rectorado de la UBA que uno de los tres vicerrectores se haga cargo de la conducción. "Exigimos a la UBA que se mantenga la institucionalidad en el colegio. El actual equipo de conducción fue designado de forma democrática. Uno de los tres vicerrectores debe dirigir ahora la escuela y los otros dos continuar en sus cargos hasta que se designe al rector definitivo" dijo ayer Marcelo Creta, titular del gremio, en declaraciones a Clarin.com. Desde la AGD, en cambio, interpretan otra cosa: “La renuncia de Fornasari automáticamente barre con todo su equipo de trabajo. Pero aceptamos que sólo la vicerrectora Claudia Plonczyk quede al frente de la escuela para tareas administrativas por 15 o 20 días. Si hay voluntad política en ese plazo se puede elegir un nuevo rector”, expresó a esa misma página de internet su titular Julio Bulacio.
Otro capítulo concluyó en esta historia de las tomas del Pellegrini. El rector está fuera y ahora no son solamente los estudiantes los que pujan por amoldar las condiciones de trabajo a sus intereses. Una disputa con telones de fondo de todo tipo se está gestando, y en el medio, como si nadie lo percibiera, como si fuese un detalle menor, los chicos perdieron más de 20 días de clases, lo que obligaría a replantear el calendario educativo.