Historias de jóvenes con espaldas anchas

jueves, 23 de junio de 2011

EL DIA QUE LA PELOTA FUE UNA TIRANA

   
Alfredo Merlo


El 2 de julio se cumplen 17 años de la muerte de Andrés Escobar, el futbolista colombiano que pagó caro haber convertido un gol en contra jugando para su país en el Mundial 1994, y fue asesinado de seis balazos. Todo el fútbol se rendirá en su homenaje, todo un país reclamará porque la justicia se retrotraiga y deje trunca la prisión domiciliaria que les concedió a sus asesinos en 2005.


Los hilos que entretejen el éxito suelen ser muy delgados, tan sensibles que una mala tarde puede postrar a un protagonista, de un sacudón y sin avisos previos, a la hoguera de la crítica desmesurada. Ese, el enjuiciamiento desmedido y fanatizado, hubiese sido para el futbolista de la Selección colombiana Andrés Escobar un camino saludable, una salida benigna. Pero el destino, tan odioso en algunos casos, ya tenia montado otro escenario. Hasta la tarde del 22 de junio de 1994, Escobar era conocido y ponderado como uno de los grandes valores del fútbol colombiano: desde hacia 6 años era una de las figuras no sólo del Atlético Nacional de Medellín sino también de la selección cafetera, para la que había marcado el único gol que este país anotó en el mítico estadio Wembley, en el empate 1 a 1 frente a Inglaterra en marzo de 1988. Pero su historia se deformó aquel día en que Estados Unidos y Colombia se enfrentaron por la segunda fecha del grupo 1 de la Copa del Mundo, en el Rose Bowl de Los Angeles. Los sudamericanos necesitaban la victoria para llegar  a la última jornada con chances de clasificar a la siguiente ronda, pero fueron derrotados 2 a 1 por el anfitrión del torneo que se puso en ventaja gracias a un gol en contra del propio Escobar. El equipo que dirigía Francisco Maturana, aunque se impuso ante Suiza 2 a 0 en su última presentación, se despidió del Mundial con la cabeza gacha y con el título de fracaso debajo del brazo.

El 29 de junio, Escobar, noble y recto como lo reputaban todos sus allegados, no hizo caso a las indicaciones de los dirigentes colombianos y decidió regresar a su país antes de tiempo. “Vino a dar la cara”, contó su madre años más tarde. Tres días después de su regreso salió con amigos a celebrar la concreción de un plan para instalar escuelas de fútbol con su nombre en la ciudad de Medellín, proyecto del cual también formarían parte su hermano Santiago, su padre Darío y su amigo Juan Jairo Galeano.  En la disco Padua sufrió las cargadas de los hermanos Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao, relacionados con el paramilitarismo y los cárteles de narcotráfico, quienes le endilgaron haber sido el responsable de la eliminación de Colombia.  Al separarse de sus amigos  se reencontró con los Gallón en el estacionamiento de la disco, volvió a ser víctima de sus insultos y, harto de los agravios, exigió respeto e intentó esgrimir explicaciones para atemperar el estado de sus detractores. El chofer y guardaespaldas de los hermanos, Humberto Muñoz Castro, sin responder las palabras del futbolista, desenfundó un revolver calibre 38 y le disparó 6 balazos a quemarropa: murió en la ambulancia, camino al hospital. La hipótesis de que sus asesinos pertenecían a una red de apuestas clandestinas nunca fue comprobada, aunque la opinión pública siempre tomó por cierto este móvil.

A diecisiete años de su muerte, Escobar sigue vigente: murió la persona, el espíritu no. Esta sentencia, lejos de ser algún lugar común sensiblero y ocasional, representa la fuerza de su familia que un mes después de su asesinato comunico el lanzamiento del Programa Andrés Escobar, aquel proyecto que el destino no quiso que Andrés llegara a concretar y que hoy nuclea a miles de jóvenes carentes de recursos de Medellín.

Imposibilitados de viajar hasta su ciudad para rendirle homenaje en la tumba donde descansan sus restos, visitada diariamente por miles de fanáticos de Atlético Nacional, este es nuestro pequeño homenaje, nuestra flor en el recuerdo de un hombre que murió por jugar a la pelota, y nuestro sencillo acople al reclamo general de todo un país que pide porque sus asesinos vuelvan al lugar que les pertenece: la prisión.

El 2 de
  1. L

jueves, 16 de junio de 2011

“A LOS 17 AÑOS TENIA UN DISCO SONANDO EN LA RADIO Y VIDEOS EN LA TELE, PERO ME FUI A VIVIR SOLA A UNA ISLA"

Julio Marín Acevedo

María Fernanda Sáenz, o “Maf”, como se la conoce artísticamente, es una chica costarricense que hace música desde que tiene uso de razón. Tuvo una precoz irrupción en el mundo de la música: A sus 17 años ya tenía un disco grabado al que llamó “Viaje cósmico” y hace 20 días sacó su segundo álbum titulado “Ante el umbral del tiempo”.

UNA MUSICA DISTINTA Y UNA VIDA SIMILAR

Alfredo Merlo

Existen palabras que no requieren de otras para apoyar un argumento, encierran ideas por sí solas. Destino es uno de estos términos capaces de validar una explicación de manera independiente. La vida de María Fernanda Sáenz, lo que equivale a decir su amor por la música, representa un caso de este tipo en los que a falta de bases racionales es conveniente imputarle ciertos hechos a fuerzas superiores. "Cuando estaba en el vientre de mi madre, ella ponía un grabador con música y lo acercaba a su panza para que yo escuchara", rememora.  Pero la aparente magia de ese episodio se opacaría, y ese recuerdo no sería más que una simple anécdota, si después aquella nonata, en su vida propiamente dicha, no apoyara con hechos todo su significado. "Nunca conocí un amor tan puro como la música. Desde niña, cuando comencé con el tambor hasta mi presente, que lo hago todo por la música, por aprender, por crecer con mis canciones", asevera con la mirada fija y profunda como sus convicciones, y cierra ese círculo que abona la teoría de que la vida de las personas no se rige por casualidades. "Fuerza mística", prefiere aducir.

NUEVE MESES SOLA EN UNA ISLA EN BUSCA DE SU MUSA PERDIDA

Lucas Russo

María Fernanda Sáenz con tan solo 17 años de edad peleada con el mundo y
cansada de las exigencias de  su “Viaje Cósmico” se recluyó
sola en una pequeña isla del pacífico sur de Costa Rica enfrentada a Playa Cacao, un lugar completamente alejado de su familia y de sus amigos, los únicos que sabían de su destino. Estuvo allí nueve meses sólo con su guitarra, la que necesitaba para reencontrarse con su musa y la pasión por la música para poder componer sus propias canciones y no repetir la mala experiencia de su primer CD.

EL REGGAE Y SU INFLUENCIA

Escribe: Pablo Pilanski.
“Mi música lucha contra el sistema que enseña a vivir y morir. Sólo tengo una ambición: ver a la humanidad toda junta: negros, blancos, todo el mundo viviendo juntos”.  Esta frase pertenece a Bob Marley, el prócer del reggae, un estilo que nació del rocksteady en Jamaica, como un blues combinado con el rock, el jazz y el ska. Gran referente del movimiento Rastafari, sigue recorriendo todo el planeta a treinta años de su muerte y dejando su legado.

jueves, 9 de junio de 2011

CUANDO INGLATERRA ERA ALGO MAS QUE UN EQUIPO DE PLAYSTATION

Alfredo Merlo

Aunque la mente sea un conducto poderosísimo, ni con toda su fuerza alcanza para situarnos en la Buenos Aires de principios de siglo XIX. La imaginación flaquea y los libros de historia son  un apoyo teórico que, aunque en algunos casos muy buenas referencias para entender lo sucedido, nos trasladan a esos escenarios del pasado sólo momentáneamente hasta que uno interrumpe la lectura y desbarata aquel trance. En esa ciudad capital del Virreinato del Rio de La Plata ocurrió una historia que revela cuan disímil era aquella época a la actualidad,  cuántas diferencias existen entre los adolescentes de uno y otro siglo y cómo fueron alternando sus intereses y sus formas de pensar.

jueves, 2 de junio de 2011

REBELARSE PARA CAMBIAR EL MUNDO

Alfredo Merlo

El valor, puntal de las grandes conquistas, muchas veces subestimado por el brillo del éxito, es lo que intentará destacar el siguiente pequeño artículo sobre Marx. Más allá de coincidir o no ideológicamente con el alemán, estas palabras tienen el objetivo de reivindicar una actitud y no un ideario.